martes, 1 de diciembre de 2015

Feria de la minería amenaza ecosistemas colombianos

Jun. 11 de 2011
Por: M. Gonzalo Andrade-C.,
Profesor Asociado Instituto de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Colombia - Miembro de Número Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales




Un análisis comparativo sobre áreas, solicitudes y títulos mineros otorgados durante las administraciones de los presidentes César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe muestra cómo este último mandatario hizo todo un festín de concesiones al titular más de 1 millón 200 mil hectáreas entre 2007 y 2008, y como si fuera poco, en el 2009 llegó a 4 millones 83 mil hectáreas cedidas a proyectos de minería.


En los gobiernos de Gaviria, Samper y Pastrana, las áreas tituladas crecieron a una tasa moderada del 8% anual, señala un documento elaborado en el 2010 por el consultor del Consejo Nacional de Planeación, Guillermo Rudas. Así, durante el gobierno Gaviria se otorgaron títulos por menos de 55 mil hectáreas al año, en el de Samper se pasó a cerca de 70 mil hectáreas año, y en el de Pastrana disminuyó a menos de 40 hectáreas por el mismo lapso. No obstante, en el periodo de Uribe la situación cambió considerablemente, pues en su primer mandato (2002-2006) concedió cerca de 200 mil hectáreas anuales, y en el segundo (2006-2010) llegó a 4 millones 83 mil hectáreas tituladas.

Con relación a los títulos mineros, Rudas muestra cómo entre 1990 y 2001 se entregaron 1.889, es decir, casi 157 por año, pero para el periodo 2002-2009 se llegó a 7.869 títulos otorgados, casi 984 anuales. De estos valores, 2.481 corresponden al año 2009, con corte al 31 de octubre.

Según el análisis, las solicitudes de dichos títulos también tuvieron un gran incremento. A mayo del 2009 se hizo la petición de casi 40 millones de hectáreas, es decir, aproximadamente el 35% del territorio nacional, y como indica Rudas, independientemente del trámite que surta, ello representa un importante crecimiento del interés por adelantar actividades mineras en Colombia.

Y en esta desaforada maratón los páramos son un tema preocupante, ya que a 2010 había registrados títulos mineros en 122 mil hectáreas de dichos ecosistemas, cerca del 6,3% del total del área de páramos del territorio nacional distribuidos en los departamentos de Boyacá, Cauca, Santander, Cundinamarca, Norte de Santander y Tolima. Igual sucede con las reservas forestales establecidas por la Ley 2 de 1959, pues de las 51,5 millones de hectáreas, cerca de 1 millón 300 mil se encuentran con título minero.

Adicionalmente, en el 2010 quedó en evidencia el devastador impacto de la minería sobre el ecosistema del río Atrato (Chocó), producto de su desmesurado crecimiento y de la precaria capacidad técnica y operativa del Estado para regularla. Esta actividad económica se convierte así en una amenaza para el ambiente, la salud y la vida de los organismos.

Entretanto, en el río Dagua (Valle del Cauca), en el páramo de Pisba y el Bosque altoandino adyacente al páramo de Rabanal (Boyacá), en el páramo de Santurbán (Santander) y en la ciénaga de Ayapel (Córdoba), la exploración ilegal de oro ha ocasionado una gran sedimentación.



Excusas para acabar la biodiversidad

Las causas directas e indirectas que influyen en la pérdida de biodiversidad en el país son variadas e irreversibles, y aunque la minería está jugando un papel fundamental, existe una larga lista de actividades que hay que mencionar: políticas de estímulo a la ocupación y uso del territorio, transformación de hábitats y ecosistemas naturales, sobreexplotación, fragmentación de las poblaciones, deforestación, consumo de leña, incendios, actividad agrícola, cambio climático, contaminación, introducción de especies, pesca comercial sin control, urbanización, minería, destrucción de humedales y zonas de páramo, erosión, desastres naturales, cosecha indiscriminada, distribución restringida de especies, caza, actividades ganaderas, cacería, cultivos ilícitos, animales domésticos, desconocimiento del potencial estratégico de la biodiversidad, expansión de la frontera agropecuaria, baja presencia del Estado en las zonas de alta biodiversidad, orden público, conflictos armados, comercio internacional de pieles, colonización y desarrollo de proyectos de infraestructura.

La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas indica que la degradación de estos entornos es un obstáculo importante para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y plantea cuatro conclusiones:

- En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensivamente que en ningún otro periodo comparable de la historia humana.

- Estas alteraciones han contribuido a obtener considerables beneficios netos en el bienestar humano y el desarrollo económico, a costa de la degradación de muchos servicios de los ecosistemas, mayor riesgo de cambios no lineales y acentuación de la pobreza de algunos grupos humanos.

- La degradación de los servicios de los ecosistemas podría empeorar considerablemente durante la primera mitad del presente siglo.

- El desafío de revertir el deterioro de los entornos naturales y al mismo tiempo satisfacer las mayores demandas de sus servicios puede ser parcialmente resuelto en algunos escenarios considerados por la Evaluación, pero ello requiere introducir cambios significativos (que aún no están en marcha) en las políticas, instituciones y prácticas.

Pérdida de cobertura boscosa

La deforestación ocurre por el consumo energético, los cultivos ilícitos y su erradicación, y la quema provocada de la vegetación. Sin embargo, no existen cifras confiables que permitan establecer la escala de tal destrucción en el territorio nacional, ni un monitoreo de las hectáreas de bosque que las Corporaciones Autónomas Regionales restituyen anualmente.

La crisis de la biodiversidad (extinción efectiva y esperada) es fundamentalmente un fenómeno de genealogías (ascendencia y descendencia de especies), en el que se necesitan entre 2.000 y 100.000 generaciones para la aparición de una nueva especie. Por eso, las soluciones deben dirigirse hacia la preservación y protección de sus ambientes, es decir, las áreas representativas del sistema de Parques Nacionales Naturales.

Actualmente, buena parte de la biodiversidad de Colombia se concentra en 13 millones de hectáreas correspondientes a 54 áreas protegidas. La tasa de extinción inducida por las actividades humanas es cada vez más acelerada, especialmente en islas, lagos ambientes montañosos y bosques húmedos tropicales, cuya extensión original se ha reducido aproximadamente en un 55% debido a la tala y los incendios.

Áreas protegidas y reservas forestales en peligro

Arrecifes
En millones de hectáreas, Colombia posee 93 de zonas marinas y 114 de continentales, 63,9 de bosques, 1,3 de páramos, 16 de sabanas, 20,2 de humedales interiores, 24,5 de zonas secas (áridas y semiáridas), 65 de reservas forestales (Ley 2 de 1959), 11,4 de Parques Nacionales Naturales, 22,3 de resguardos indígenas, 5,2 de comunidades afrodescendientes, 468.000 de Reservas Forestales Protectoras y 380.000 de manglares.

Es el único país de la región que tiene arrecifes coralinos en las costas del Pacífico y el Atlántico, con una extensión total de 1.091 km2, lo que representa menos del 0,4% de los arrecifes del mundo.

Los corales y algas, principales componentes del sustrato e indicadores del estado de salud del arrecife, han fluctuado de forma diferente en las islas de San Bernardo, Gorgona y Malpelo, con una aparente estabilidad, pero en las islas de San Andrés y El Rosario hay una alta variabilidad y una continua disminución de la cobertura del coral, lo que significa la degradación del sistema arrecifal (Camacho et al., 2010).

Manglares
Son importantes como agentes detoxificadores (liberadores de toxinas), amortiguadores de inundaciones y protectores de la erosión del viento y las olas en la línea de costa. También sirven como refugio, sitio de alimentación y anidación de diversas especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios, y representan fuentes importantes de recursos para el aprovechamiento forestal, hidrobiológico y la obtención de productos requeridos en la construcción industrial y doméstica (Guevara-Mancera et al., 1998).

De las 294.636 hectáreas de manglar que tiene Colombia en sus dos costas, solamente 96.186 se encuentran zonificadas, es decir que el 67% no lo está ni cuenta con planes de manejo. Estos ecosistemas presentes en las costas Caribe, Pacífica y el territorio insular de Colombia han sido sometidos a una fuerte presión por el desarrollo de la infraestructura vial, turística, urbana e industrial, aprovechamiento intensivo de los recursos hidrobiológicos y maderables y cambio de uso de la tierra por la expansión de la frontera agrícola (Orjuela et al., 2010).


Especies marinas
En el Caribe se han encontrado 306 especies de esponjas, 9 de zoantideos (anémonas coloniales), 115 de corales escleractinos, 15 antipatharios (relacionados también con las anémonas), 1.498 de moluscos, 239 de equinodermos, 990 de peces, 18 de mamíferos marinos y 565 de algas (Díaz et al., 2010).

Para el Pacífico hay 13 grupos taxonómicos de animales y 3.328 de plantas marino-costeras. Recientes datos de nuevas especies y su distribución señalan 39 de peces marinos, 21 de crustáceos, 13 de equinodermos, 11 poliquetos, 7 cnidarios, 4 poríferos y 3 macroalgas. En total se conocen 987 especies de moluscos, 806 de peces, 551 de crustáceos, 459 de poliquetos y 30 de mamíferos marinos.


Invertebrados
En marinos, hay 280 especies de esponjas entre los 0 y 40 metros de profundidad, 668 decapados, 91 Isopoda y 50 Stomatopoda (Ardila et al.).

Según datos del 2002, Colombia posee un total de 26 especies amenazadas, entre estas 7 de coral y 14 de moluscos que están en categoría vulnerable.
En terrestres, la riqueza para los grupos más estudiados son: Coleoptera 6.000 especies, Decápodos 688, Hymenoptera 9.806 y Aranae 103. De estos se desconoce la cifra de especies endémicas. En mariposas hay 3.274 especies, de las cuales 350 son endémicas y 40 están amenazadas.


Peces de agua dulce
El país posee 1.437 especies, que lo ubican como el segundo más rico en diversidad, después de Brasil. Se desconoce cuántas son endémicas, pero se sabe que 34 están amenazadas, 10 en peligro, 2 en peligro crítico y 2 son vulnerables. Una está categorizada como extinta: Rhizosomichthys totae, llamada comúnmente pez graso, endémico de la laguna de Tota en Boyacá (Mojica et al., 2002).

Reptiles
Colombia es el tercer país más rico en diversidad de reptiles, con 593 especies, de las cuales 115 son endémicas. Igualmente, 25 están amenazadas, así: 10 en peligro, 8 en peligro crítico y 7 vulnerables. La amenaza se debe a la sobreexplotación, la caza, la fragmentación de las poblaciones y la pérdida de hábitat.

Aves
Nuestro territorio ostenta el título del más rico en diversidad de aves en el mundo. Hay 1.815 especies, 67 endémicas, pero según Rengifo (et al., 2002), 112 están amenazadas, así: en peligro 43, en peligro crítico 19 y vulnerables 50. Se reporta como especie extinta Podiceps andinus.

Anfibios
En anfibios Colombia es el segundo país más rico con 763 especies y 367 endémicas. Según Rueda-Almonacid (et al., 2004), hay 48 especies amenazadas, 26 en peligro, 14 en peligro crítico y 8 vulnerables.

Entre las principales amenazas que enfrentan se encuentra la destrucción y fragmentación de los hábitats naturales, la sobreexplotación e introducción de especies exóticas, la contaminación, el cambio climático y el incremento de la radiación ultravioleta.

Mamíferos
Aquí el ranking le otorga al país el quinto lugar con 479 especies, y el noveno con 34 endémicas. Rodríguez-M. (et al., 2006) reporta 43 especies amenazadas: 6 en peligro crítico, 10 en peligro y 27 vulnerables, pero una especie se encuentra en la categoría de extinta: Monachus tropicalis, llamada comúnmente foca monje. A los mamíferos los amenaza el cambio climático, la pesca industrial de altamar, el desconocimiento de las especies, el comercio internacional de pieles, la distribución restringida, la pérdida de hábitat y la caza.

Flora
Según el Catálogo de las plantas de Colombia (versión preliminar del 2007), existe un total de 27.881 especies de plantas conocidas, con un estimado total de entre 30.000 y 41.000. De estas, 1.500 son endémicas.

Musgos
A nivel global se conocen 13.500 especies de musgos. Entre 2.400 y 2.900 se encuentran en la región neotropical y de estas 965 en Colombia. Linares (et al., 2002) indica que 43 están amenazadas, así: 4 en peligro, 6 en peligro crítico y 33 vulnerables.






MAS DE 3000 ESPECIES INVASORAS EN COLOMBIA

El retamo espinoso, el caracol gigante africano, la rana toro y el pez león son algunas de las especies depredadoras que han sido introducidas al país y que se han convertido en una amenaza para especies nativas y en un riesgo para la salud de los humanos.

BOGOTÁ D. C., 23 de enero de 2015 — Agencia de Noticias UN-

Las especies invasoras están en todos los grupos taxonómicos, microorganismos, plantas, peces, anfibios, aves, mamíferos y otros. mexico.cnn.com

Miniaturas
Las invasoras actúan como depredadores o competidores de especies nativas. Su fácil adaptación a nuevos entornos y su rápida expansión son causa importante de pérdida de la biodiversidad. 
Según el ABC de la Biodiversidad, publicación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional y el Jardín Botánico José Celestino Mutis, Colombia tiene más de 300 especies reportadas con potencial de invasión. 

Los efectos de este fenómeno son severos debido a que las especies nativas carecen de estrategias para protegerse de la depredación. 

Ejemplos de invasoras agresivas se encuentran en todos los grupos taxonómicos, microorganismos, plantas, invertebrados, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos y otros. 
Entre las plantas se destacan el ojo de poeta o Susana, el retamo espinoso, el buchón de agua y la palma africana. 

El retamo espinoso fue introducido de manera ornamental y como cerca viva. A causa de esto, los cerros orientales de Bogotá se encuentran invadidos por esta especie, así como muchas otras áreas en Cundinamarca, Boyacá y Antioquia. 

En cuanto a los invertebrados, se encuentra el caracol gigante africano (Achatina Fúlica), una amenaza no solo para la biodiversidad sino también para la salud pública. 

Este caracol, que hoy se encuentra en 122 municipios de 26 departamentos, fue introducido con el fin de explotarlo para uso estético y alimenticio. Se alimenta de organismos vivos como plantas, líquenes, hongos, materia orgánica en descomposición, derivados de plantas y paredes estucadas. 

Consume 67 especies de plantas, 35 de ellas alimenticias, lo que genera la destrucción de cultivos y huertas; además produce hedores que afectan la calidad de los lugares que invaden. Asimismo, puede adquirir parásitos, bacterias y hongos, por lo cual es vector de organismos que ponen en riesgo la salud de los humanos. 

Entre los peces marinos sobresale el pez león (Pterois volitans), especie proveniente del Océano Índico y Pacífico que se estableció en Norteamérica y el Caribe.

Se trata de un depredador de peces y crustáceos en arrecifes de coral, que afecta severamente la red trófica. Tiene una alta tasa de reproducción y puede sobrevivir largos períodos con poco alimento. 

La rana toro (Lithobates catesbeianus) es otra especie invasora. Este anfibio proveniente de Norte América fue introducido por el Valle del Cauca en 1986 con fines de zoocría (cría de animales bajo condiciones controladas). Sin embargo, en 1992, escapó y se ubicó en áreas naturales de diferentes departamentos. 
Su alta fecundidad, la gran tolerancia ecológica y amplia dieta hacen de este animal un fuerte depredador de insectos y vertebrados pequeños, que compite por recursos con otras especies nativas.
Según investigadores, su control debe iniciarse con el conocimiento de su ciclo de vida y demografía. 


Por último, los investigadores Hugo F. López, Olga L. Montenegro y Luisa F. Liévano, autores del libro, consideran que, aunque en Colombia se ha documentado la existencia de especies invasoras, es necesario que se aborde el tema más ampliamente para determinar la dimensión de sus efectos sobre la biodiversidad del país. 

Tingua en peligro de extinción

Una investigación permitió establecer el comportamiento de la tingua moteada, un ave endémica que habita en los humedales de Cundinamarca y Boyacá. Estos animales se encuentran en peligro de extinción por la poca vegetación y la contaminación de las aguas.

Magda Páez Torres,
Unimedios


A varios humedales de la Sabana de Bogotá los han convertido en parques, dentro de la política de recuperación de estos espacios ambientales. La decisión resulta atractiva para los seres humanos, que encuentran en ellos un sitio de esparcimiento, pero peligrosa para la fauna, que se ve amenazada por la ausencia de vegetación. Especies como la tingua moteada han sido las más afectadas.
A esa conclusión llegaron el profesor de Biología de la Universidad Nacional, Enrique Zerda, y la bióloga Marcela Sandoval, quienes realizaron un estudio sobre el comportamiento de esta especie de tingua, con el fin de ampliar su historia natural y así establecer planes enfocados a su conservación. La investigación se adelantó en el humedal La Conejera, de la localidad de Suba, en Bogotá.
La tingua moteada, conocida científicamente como Gallinula melanops bogotensis es un ave endémica de los humedales de Cundinamarca y de Boyacá, pero en la actualidad se encuentra en peligro de extinción debido a la contaminación de las aguas y a la poca vegetación.
“El problema principal es que a los humedales los han convertido en lagunas, muy bonitas para el hombre, pero nocivas para algunas especies”, dijo el profesor Zerda, aludiendo a una de las causas que amenaza a esta especie.
A través del análisis del comportamiento de estos animales, el estudio permitió conocer cómo utiliza el hábitat la tingua moteada. Ello se logró a través de muestreos alrededor de la ronda del humedal, para identificar los sitios donde hacía presencia.
Después de un seguimiento de cuatro meses, en este humedal se encontraron 6 tinguas de este tipo, que presentaron 25 comportamientos diferentes, en 121 muestreos de frecuencia.


Así se comporta la especie
En alimentación, limpieza, locomoción, reproducción, agresión, vocalización, posturas y estados, se identificaron varios comportamientos en la tingua moteada.
A través del estudio se detectó que este animal, a medida que se desplaza por el humedal, de manera simultánea va dando picotazos sobre la superficie del agua, en especial en sitios con montículos de lodo y troncos. La tingua se alimenta arrancando pedacitos de hojas y tallos de plantas como sombrillas, lengua de vaca y berros.
En cuanto a la limpieza, estas aves introducen varias veces la cabeza en el agua para mojarse todo el plumaje, es decir, bañarse. También, en ocasiones, se pasan el pico por todo el cuerpo para limpiar su plumaje.
La tingua se desplaza sobre la superficie del agua moviendo la cabeza hacia los lados o con el cuello estirado hacia adelante. Así mismo, camina sobre la vegetación, montículos de lodo o algún tronco.
En lo referente a la reproducción, las aves se dirigen una hacia otra emitiendo un cacareo. Cuando están cerca, ambas giran en la misma dirección y nadan en línea recta, mirándose. Luego, copulan.
Estos animales tienen su propia forma de agredirse. Se ubica uno en frente del otro, se lanzan picotazos, baten las alas para golpearse y se atacan con las patas.
Para comunicarse entre ellas emiten un toc toc seguido. Así ubican a sus compañeros, los llaman para cortejo sexual o para anidar.
Por lo general, la tingua permanece de pie sobre la vegetación, un montículo de lodo o algún tronco. Para descansar, se acurruca y permanece así por un tiempo. Cuando descansa sobre el espejo del agua se sumerge, dejando sólo la cabeza afuera.
Cuando estas aves están alertas, por alguna situación permanecen quietas encima del agua o la vegetación, estiran el cuello y miran a su alrededor al escuchar sonidos de depredadores, como perros, o cantos de otras aves.
Estos son solo algunos ejemplos del comportamiento de la tingua moteada, mediante los cuales se puede inferir que estos animales utilizan determinados componentes de vegetación para realizar una actividad particular.
De acuerdo con el estudio, al agrupar las frecuencias de comportamiento en categorías, se observó que los animales permanecen la mayor parte del tiempo alimentándose y desplazándose por el territorio.
En peligro de extinción
La tingua moteada es una especie difícil de observar, pues le guarda mucho recelo a los seres humanos. Estas suelen desplazarse en grupos que no sobrepasan los seis.
El estudio mostró que los animales presentes en el humedal permanecían cerca de la vegetación circundante, donde encuentran refugio y alimento. Por ende, una de las principales amenazas para estas aves radica precisamente en que se está prescindiendo de mucha vegetación en estos sitios, en respuesta a la política de convertir los humedales en una especie de parques.
Otro de los problemas para la subsistencia de la tingua moteada es la contaminación, proveniente de las aguas del río Bogotá, además de la descarga de aguas negras. La entrada de estos contaminantes afecta la estructura y composición original de la vegetación, que determina la distribución de las especies.
Qué se recomienda
Después del estudio, los investigadores concluyeron que es necesario proteger aquellos sitios de los humedales donde hay vegetación mixta y flotante, rodeada por un cuerpo de agua.
También se hace necesario reducir los niveles de contaminación del agua para que la especie pueda acceder a una mayor cantidad de lugares.
Y es que aunque cada pareja de tingua se desplaza por todo su territorio en busca de alimento, concentra sus actividades en aquellos lugares donde la vegetación le provee protección.
La especie necesita de hábitats compuestos por cuerpos de agua, que no tienen que ser de gran tamaño, pero deben contener varios tipos de vegetación flotante y arbustiva que le sirva como alimento, refugio y anidación.

Colombia Magia Salvaje

Colombia es un país muy hermoso, éste documental lo muestra con lujo de detalles.
Colombia Magia Salvaje es una aventura que llevará a los colombianos por paisajes inexplorados y a conocer especies encantadoras de un país aún desconocido por muchos.
Por tierra, agua y a vuelo de pájaro, como nunca antes se había filmado nuestro territorio, Colombia Magia Salvaje es la cinta del mundo natural más ambiciosa realizada en el país. Un conjunto de cineastas invitados por el Grupo Éxito se aventuró a explorar 85 locaciones y 20 ecosistemas, provisto de equipos de última tecnología, para contar la historia de esta nación privilegiada por su biodiversidad y ubicación geográfica.
En 90 minutos, cada colombiano podrá adentrarse en las profundidades del océano Pacífico, en la Isla de Malpelo, y deslumbrarse con la llegada de las ballenas que año tras año arriban a la Ensenada de Utría en el Chocó. También podrá seguir las huellas de la Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta, y acompañar el vuelo del cóndor en El Cocuy. La aún desconocida Serranía de Chiribiquete, por muchos, igualmente será descubierta en este documental y la belleza de sus pinturas rupestres, las más antiguas del continente, dejarán deslumbrado a más de uno.
Los páramos y el valor que los reviste, el Amazonas, los Llanos Orientales y las islas de Providencia llenarán la pantalla de color y vida con sus paisajes y especies de la fauna nacional. Los cangrejos, el oso perezoso, el tití cabeciblanco, el cocodrilo del Orinoco, la arawana, el jaguar, la mariposa morpho, el colibrí, entre otros, enamorarán a los colombianos.
En pocas palabras, Colombia Magia Salvaje es un tributo a la belleza de Colombia que quedará marcada en nuestra memoria.

continuación presentamos el trailer de la película así como curiosidades de la misma 

Parques Nacionales

Un sistema de áreas protegidas constituye el núcleo de cualquier programa destinado a mantener la biodiversidad de las especies, los ecosistemas y los bancos genéticos silvestres; proporciona protección permanente a lugares  dedicados al mantenimiento de la diversidad biológica y del patrimonio cultural y natural, al mantenimiento de los procesos económicos y a la provisión para usos racionales, recreativos, científicos o educativos de recursos naturales particularmente limitados en el espacio.     
No sobra resaltar que algunos de los primeros esfuerzos conservacionistas en el mundo se debieron, principalmente, a consideraciones estéticas y religiosas o se mo­tivaron por un concepto romántico de la naturaleza sin tener en cuenta en la mayoría de los casos los aspectos integrales, las necesidades de equilibrios biológicos y la intangibilidad, circunstancias éstas que destacan en parte la importancia del concepto de los Parques Nacionales actuales o contemporáneos (Sánchez et al., 1990).
Existe toda una serie de bienes y servicios que las áreas silvestres protegidas proporcionan, de tal manera que se presenta una relación estrecha entre estas áreas y particularmente entre los Parques Nacionales, la conservación y el desarrollo (Miller, 1980). La convención para la protección de la flora, la fauna y las bellezas escénicas naturales de los países de América, celebrada en Washington en 1940, promulgó que la expresión Parque Nacional denota: zonas establecidas para la conservación y protección de los paisajes superlativos, flora y fauna de importancia nacional para que el público, en general, pueda disfrutar de éstas y de las que se pueda beneficiar cuando se sitúen bajo control público.

Las diferentes áreas del Sistema de Parques Nacionales de Colombia y que son, además de los Parques Nacionales como tal, otras categorías de manejo similares de áreas silvestres ya sean Reserva Natural, Santuario de Fauna, Santuario de Flora, Vía Parque y Area Natural Unica, tienen como fundamento principal el bienestar socio-económico de la población, a través del mantenimiento de los procesos ecológicos y de los sistemas de soporte de la vida, de los cuales depende la supervivencia y el desarrollo sostenible. 
Para ser consecuente con lo anterior, estas áreas poseen unos postulados especiales: a) preservación de parte del patrimonio natural, que es elemento insustituible de la herencia de todos los colombianos y de su identidad biológica y cultural, considerando siempre que el interés común prima sobre el individual o particular y b) el suministrar servicios sin poner en riesgo los recursos que albergan las áreas. 
La preservación de parte del patrimonio natural a través de las reservas del Sistema de Parques Nacionales busca en especial la protección de una porción representativa de las principales unidades bióticas, ecosistemas, hábitat y biomas, con el fin de mantener para siempre poblaciones genéticamente viables, mantener la diversidad biótica y ecológica, así como propender por la regulación ambiental y el desarrollo de los procesos ecológicos. Otros objetivos de estas áreas son los de mantener objetos, estructuras y sitios de patrimonio cultural, proteger bellezas escénicas, proveer servicios y medios para la educación, investigación, monitoreo del medio ambiente, la recreación y el turismo. Un objetivo primordial intrínseco de los Parques Nacionales es el de respaldar el desarrollo rural y, en muchos casos, el urbano. 

Como recursos electrónicos que se pueden usar para profundizar en estos temas encontramos:
  • http://www.parquesnacionales.gov.co/portal/es/ 
  • https://www.parquesnacionales.gov.co/PNN/portel/libreria/php/decide.php?patron=01.01
  • https://www.google.com.co/search?espv=2&biw=1440&bih=755&site=webhp&q=parques+nacionales+de+colombia&revid=709756236&sa=X&psj=1&ved=0ahUKEwisvqjkzbrJAhXM6yYKHVB_AsM4ChDVAgheKAQ#q=parques+nacionales+de+colombia&rflfq=1&tbm=lcl&rlfi=hd:;si:

Ecosistemas Urbanos


El concepto de ecosistema es especialmente interesante para comprender el funcionamiento de la naturaleza y multitud de cuestiones ambientales que se tratarán con detalle en próximos capítulos. 
Hay que insistir en que la vida humana se desarrolla en estrecha relación con la naturaleza y que su funcionamiento nos afecta totalmente. Es un error considerar que nuestros avances tecnológicos: coches, grandes casas, industria, etc. nos permiten vivir al margen del resto de la biosfera y el estudio de los ecosistemas, de su estructura y de su funcionamiento, nos demuestra la profundidad de estas relaciones. 
Las necesidades y deseos de una población mundial en expansión han requerido un control ambiental intensivo. De hecho, la intervención del hombre ha creado ambientes completamente nuevos que pueden denominarse ECOSISTEMAS HUMANOS.

Los ecosistemas humanos, son áreas controladas intensamente, especialmente las ciudades, que resguardan a los humanos de los rigores del mundo externo a tal punto, que algunas personas olvidan que estas áreas dependen para su mantenimiento de la fuente de energía externa, de los diferentes ciclos y de las complicadas interrelaciones con los ecosistemas naturales.
Desde la revolución industrial, el hombre ha incrementado intensamente su control sobre la superficie terrestre del mundo. Actualmente se estima que aproximadamente el 11% de la superficie terrestre del planeta está bajo control intenso, el 30% bajo control moderado, y el 59% ha sido empleado poco por las sociedades humanas. El hombre controla los ecosistemas para obtener altos rendimientos agrícolas. Para mantener un rendimiento alto (productividad neta alta) debe mantener al ecosistema en una etapa sucesional temprana, y por lo tanto aumenta su inestabilidad. Los ecosistemas se dividen en cuatro clases generales:
  1. Ecosistemas naturales maduros: ecosistemas que aparecen, más o menos, en su estado natural. Generalmente no son habitados ni empleados por el hombre.
  2. Ecosistemas naturales controlados: Ecosistemas que controla el hombre para uso recreativo, o bien, para la producción de recursos naturales, ejemplo: áreas de caza, parques, bosques controlados.
  3. Ecosistemas productivos: ecosistemas que emplea el hombre para la producción intensiva de alimentos, o de recursos naturales, ejemplo: granjas, minas, fincas ganaderas.
  4. Ecosistemas urbanos: Ecosistemas en los que el hombre vive y trabaja, ejemplo: áreas industriales, ciudades, pueblos.
  5. Debido al crecimiento de la población se han incrementado los ecosistemas de la clase 2, 3 y 4, a expensas de la clase 1. Generalmente se desconoce la necesidad que se tiene de lo silvestre, debido a que se considera no productivo.El establecimiento de zonas alteradas y poco humanizadas, así como de reservas naturales y genéticas protege el equilibrio ecológico y potencia la investigación científica y los valores económicos y estéticos. Estas zonas cobran su mayor valor en áreas muy explotadas técnicamente. En algunas ocasiones se puede reestablecer el equilibrio natural del ecosistema pero una vez que se ha roto será muy difícil de recuperar.
BIBLIOGRÁFIA
ACOT, PASCAL
   Historia de la ecología. Madrid: Taurus Ediciones S.A., 1990 

AGENCIA EUROPEA DE MEDIO AMBIENTE
   Medio ambiente en Europa, el informe Dobris / Agencia Europea De
 Medio Ambiente. Madrid : Ministerio de Medio Ambiente, 

AGUILAR FERNANDEZ, SUSANA
   El reto del medio ambiente: Conflictos e intereses en la
 Política. Madrid: Alianza Editorial, 1997 . 

ANGUITA VIRELLA, F.
   Procesos geológicos externos y geología ambiental. Madrid: Editorial Rueda

ANTON BARBERA, FRANCIASCO
   Policía y medio ambient. Granada: Editorial Comares, 1996 

ARANBURU, A.
   Urdaibai, reserva de la biosfera. Vitoria: Gobierno Vasco (Eusko Jaularitza),